Circo extraterrestre
Comenzó la temporada circense y el primero en montar su carpa ha sido el Pentágono estadounidense. Es un espectáculo propagandístico de otro mundo.
El circo extraterrestre se inauguró oficialmente el 16 de diciembre de 2017. La noticia la dio el New York Times, ¡qué mejor que el diario “récord”!
El artículo de arriba explica que, entre 2007 y 2012, el Departamento de Defensa de EE. UU. financió un programa especial y secreto para investigar avistamientos de OVNIS (el “Advanced Aviation Threat Identification Program”).
Threat, es decir, amenaza, vendría a ser la palabra clave.
La mayoría de la información con respecto a este programa es confidencial y clasificada porque, claro, la humanidad se volvería loca si, de pronto, los gobiernos ridículamente paternalistas que gobiernan el primer mundo, mostraran evidencias de vida extraterrestre. Obviamente, nuestras frágiles sociedades se derrumbarían instantáneamente ante tal noticia, ¿no?
Pero, en fin, ¿qué importan las evidencias? El artículo del Times -corredactado por una promotora veterana del tema OVNI, Leslie Kean- puso el tema en agenda y, desde entonces, el esfuerzo por cimentar la idea de que existe una peligrosa presencia extraterrestre en la Tierra no ha cejado. Aquí analizaremos los roles de varios de los involucrados.
Leslie Kean comenzó hace varias décadas. En 2001, publicó en el “Boston Globe” un artículo sobre un estudio del gobierno francés, titulado: “OVNIS y defensa: ¿para qué deberíamos prepararnos?”
La palabra clave -“amenaza”- surge por todos lados en esta narrativa. Los promotores del circo extraterrestre (como David Grusch, foto abajo) no pueden dejar de mencionarla porque ella está en el centro de su esfuerzo propagandístico. Su objetivo no podría ser más sencillo: hay que justificar nuevos y cada vez más abultados presupuestos militares, esta vez enfocados en el espacio.
¿Qué mejor que empezar a hablar de OVNIS y extraterrestres por todo lo alto, especialmente en el (casi siempre deshonesto) idioma de la “seguridad nacional”?
El hecho es que, a seis años de la publicación del texto periodístico que inauguró la temporada de extraterrestres -y a 16 años del inicio de programa OVNI del Pentágono-, todo lo que tenemos es especulación y rumores cada vez más escandalosos y jalados de los pelos; en lo que respecta a evidencias, sin embargo, seguimos sin ver ni el más mínimo rastro.
Las pocas veces que el gobierno estadounidense ha salido a hablar del tema de manera formal y oficial -como hizo con su informe de 2021-, lo que dijo fue que no hay evidencia de vida extraterrestre, pero que “tampoco la puede desmentir”. Ese agregado -que “tampoco la puede desmentir”- es poco serio (es algo así como señalar, “bueno, visitamos esa misteriosa isla para comprobar si efectivamente había elefantes voladores viviendo en ella, y no encontramos evidencia, pero tampoco podemos desmentirlo”) y podría apuntar a una colaboración con la narrativa OVNI, una colaboración asolapada que no desea oficializarse.
No hay evidencia. Lo que pretenden, como en muchos otros casos de cierta relevancia política, es que nos conformemos con las declaraciones de “ex” agentes de inteligencia estadounidenses. Las mismas instituciones y funcionarios que hace mucho tiempo hicieron del engaño y la propaganda su modus operandi, ahora quieren que creamos en lo que dicen y, para conseguirlo, presentan a sus voceros como “ex” agentes de inteligencia y como “whistleblowers” (delatores de conciencia).
La necesidad de presentarlos como héroes sacrificados -y hasta perseguidos- salta a relucir en buena parte de los reportes al respecto.
Por supuesto, las puertas del gobierno yanqui están abiertas de par en par para estos “ex” agentes, que ya han sido recibidos por el Legislativo estadounidense, interesadísimo en escuchar lo que tienen que decir sobre esta nueva -y potencialmente lucrativa- “amenaza”, así como en inaugurar comisiones investigadoras especialmente creadas para la ocasión. Cientos de investigadores del fenómeno OVNI han hablado del tema durante varias décadas, pero ellos no trabajaban para el complejo industrial-militar occidental -dominado por contratistas privados-, así que nunca fueron invitados a testificar ante ningún Senado.
Estos comités de investigación generalmente se llenan de agentes previamente preparados para decirle a los senadores lo que (en este caso) los contratistas privados desean que escuchen.
El retratado arriba, David Grusch (exmilitar dedicado a inteligencia), se presentó ante el mundo como un whistleblower, pero, en realidad, tramitó con el Pentágono varios permisos antes de salir a decir lo que viene diciendo. ¿Y qué es? que el gobierno estadounidense tiene en su poder no solo naves extraterrestres, sino también los cuerpos de quienes las piloteaban.
Así es, estos alienígenas vienen de muy muy lejos, en naves cuya tecnología parece estar más allá de nuestra imaginación, pero ¡no saben estacionar! Manejan como choferes de transporte público limeño, produciendo siniestros y abandonando cuerpos inertes a su paso.
¿Y cómo es que Grusch sabe lo que dice saber? Se lo dijeron otros agentes de inteligencia que, siempre según Grusch, pudieron ver con sus propios ojos los aparatos y los restos extraterrestres.
El mismo Grusch no ha visto nada de nada. Cero.
Además, en sus declaraciones ante el Senado, asegura no poder revelar cierta información de manera pública porque ella continúa clasificada y bajo llave. Tremendo “whistleblower”. Arrímate, Edward Snowden, que ahí viene David Grusch. ¿Él también terminará exiliado en Rusia, o sus delaciones le granjearán algún lucrativo puesto en algún poderoso think-tank de Washington? Nos inclinamos por la segunda opción.
Todo el esfuerzo que él y otros “ex” agentes del gobierno yanqui vienen haciendo tendría por objetivo, según dicen, conminar al mismo gobierno a presentarle al mundo las evidencias, develando una verdad que compete a toda la humanidad y que no tendrían derecho a guardar en secreto. Son gente altruista esta nueva variedad de “whistleblower”.
Otro de estos ilustres defensores de la verdad y la transparencia es Luis “Lou” Elizondo, otro “ex” agente de inteligencia estadounidense. Él dice haber abandonado el Pentágono -y, específicamente, el programa de investigación de avistamientos OVNI revelado por el Times- a modo de protesta: no se estaría investigando con la seriedad necesaria y, para colmo, se estaría ocultando la verdad al Congreso estadounidense.
El artículo del “Times” citado arriba, así como otros reportes periodísticos a la sazón, presentaron a Elizondo como una persona angustiada a causa de sus secretos y de la necesidad de revelárselos al mundo; también como un héroe perseguido que tiene que sentarse contra la pared, muy atento a la puerta del restaurante donde se encuentra con los reporteros, pues algún enemigo podría llegar de pronto. Como en las películas.
Hacia las estrellas
Pero, al mismo tiempo, Elizondo rehúye de los reporteros que son críticos del circo OVNI y no están cayendo en la treta. El periodista Keith Kloor es uno de ellos. En un artículo para “The Intercept”, Kloor revela que no hay evidencia que señale que Elizondo trabajó alguna vez para el programa OVNI del Pentágono, mucho menos como su director y cabeza (que es lo que Elizondo asegura haber sido).
Entre otras cosas, Elizondo conmina al gobierno federal estadounidense y a sus múltiples tentáculos militares y relacionados a la “seguridad nacional” -es decir, a la seguridad económica del segmento ultrarrico- a usar toda clase de “sensores” (radares) para detectar OVNIS y luego formular reportes al respecto. Una revisión rápida del tema permite descubrir que existe una práctica llamada “electronic warfare” (guerra electrónica), que consiste, precisamente, en engañar a estos radares para que “vean” cosas que no están ahí, o simplemente para que operen deficientemente. En otras palabras, es un sistema de detección manipulable y de cuestionable fidelidad.
“Lou” Elizondo dejó el Pentágono en 2017 y, de inmediato, se unió a “To the Stars Academy of Arts and Science”, una organización civil que dice investigar el tema OVNI y promover la transparencia del gobierno y los despachos militares estadounidenses que, presuntamente, estarían ocultando información relacionada. “To the Stars Academy…” está llena de “ex” agentes de inteligencia, pero uno de sus más notorios líderes es el famoso guitarrista Tom DeLonge (del grupo de rock Blink-182).
Como también reveló Kloor, sus miembros gozan de un acceso envidiable a la prensa y a los medios de comunicación mainstream, desde donde promueven la narrativa de la “revelación OVNI” y la imperiosa necesidad de reconocer esta urgente “amenaza”.
Antes de dejar el Pentágono, Elizondo consiguió algunos videos de OVNIS filmados desde aviones de combate estadounidenses. A través de “To the Stars Academy…”, el exmilitar se los hizo llegar al New York Times, que los difundió hace algunos años.
Los videos no son nada del otro mundo.
Como explica Kloor, el programa de la cadena FOX que entrevistó a Christopher Mellon (foto arriba) se “olvidó” de mencionar varios detalles sobre su entrevistado.
Mellon participó, a modo de experto, en el programa de televisión “Unidentified”, que trata el tema OVNI. Fue su participación en “Unidentified” -de The History Channel- lo que motivó a la FOX a entrevistarlo. Pero la famosa cadena de noticias no les dijo a sus televidentes que “Unidentified” fue producido por “To the Stars Academy…”, ni tampoco que Mellon pertenece a ella.
La treta le permitió presentarse como un experto “neutral” y “objetivo”.
He esperado hasta llegar a Mellon para hablar de los “hallazgos” del programa secreto del Pentágono para investigar avistamientos de OVNIs (AATIP, 2007-2012), pues a este ilustre lobista e insider del Estado Profundo no le gustó la idea de que los “éxitos” del programilla se hicieran públicos. Dijo que “sería vergonzoso y contraproducente de cara a nuestros objetivos de largo plazo”.
Pero cierta información al respecto logró filtrarse. Como de costumbre, tuvieron que arranchársela al gobierno a través de solicitudes que apelan al Acta para la Libertad de la Información (FOIA, por sus siglas en inglés). Un artículo de 2019 de la Federación de Científicos Americanos echa algunas luces sobre la temática de las investigaciones conducidas durante 5 años por AATIP: “portales estelares… escudos de invisibilidad y agujeros de gusano transitables… (asuntos) especulativos que están mucho más allá de la actual ciencia e ingeniería”.
Mellon tiene toda la razón.
A pesar de que “To the Stars Academy…” se presenta como una organización civil dedicada a la investigación, está registrada oficialmente como una productora de películas y videos. Tiene mucho sentido: es un esfuerzo de comunicación pública y, para ser más precisos sobre la naturaleza de tal comunicación, un esfuerzo propagandístico.
Volvamos a Tom DeLonge, una de las cabezas (CEO interino) de “To the Stars Academy…”. ¿Por qué poner a un joven rockero a la cabeza de esta organización supuestamente científica? Él mismo respondió a esta pregunta en una entrevista con Joe Rogan:
“¿Por qué tú?”, preguntó Rogan.
“Comunicación”, respondió DeLonge, “…ellos no tienen cómo hacer una película o un libro. No tienen cómo aparecer en un show como este”.
“Ellos” parece referirse a los agentes (perdón, “ex” agentes) de inteligencia que conforman “To the Stars Academy…”. Por cierto, algunos de ellos, como Luis Elizondo, siguen trabajando para el gobierno estadounidense como contratistas externos. Elizondo también inspiró la creación del think-tank “Skyfort”, cuyo fundador le agradece por su mentoría. También agradece -por su colaboración en este noble esfuerzo para colocar el tema OVNI en las mentes de todo la humanidad- al “Proyecto Galileo” y a su prestigioso director, el científico Avi Loeb, de Harvard. Volveremos a Loeb en breve.
Y hablando de contratistas privados del gobierno estadounidense y su Departamento de Defensa, fue precisamente uno de ellos -Robert Bigelow, dueño de “Bigelow Aerospace”- quien tuvo un rol fundamental en la creación del programa de investigación de avistamientos OVNI del Pentágono, cerrado en 2012 (la madre del cordero).
Bigelow le sugirió al entonces senador Harry Reid que había que tomar en serio el asunto OVNI, simplemente porque “estaba convencido” de que los extraterrestres ya están aquí. Lo que hizo Reid, empleado de Bigelow en el Senado estadounidense -el magnate es uno de sus donantes y financistas-, fue proponer la creación del programa oficial del Pentágono. Luego, ¡este fue tercerizado a la compañía privada de Bigelow!, que se hizo de un presupuesto de $22 millones durante los años que duró el proyecto. ¡Negociazo!
Esos $22 millones se usaron para investigar “escudos de invisibilidad” y “agujeros de gusano transitables” (un agujero de gusano es un hipotético pasaje a través del espacio-tiempo que, en teoría, podría acortar los viajes interestelares, algo así como un “portal interestelar”, otro de los temas investigados por los chicos de Bigelow).
Los reporteros del “Times” mencionaron todos los detalles referentes al senador Reid y a Bigelow, su patrón, pero sin notar el flagrante conflicto de intereses en la creación del programa secreto del Pentágono. Eso es cultura neoliberal: las grandes ideas provienen de los cerebros de los multimillonarios, que, lógicamente, luego lucran de ellas. Nada que denunciar.
Bigelow, el genio (y beneficiario en contante y sonante) detrás del circo OVNI, también está involucrado en “To The Stars Academy…”, como no podría ser de otra manera. Un artículo de la revista WIRED indica que, luego del cierre del programa oficial para investigar los avistamientos de OVNIs, “algunos de sus integrantes y algunos empleados de Bigelow” se unieron para formar “To the Stars Academy…”.
La cosa va más allá. Como reportó Politico.com, “To the Stars Academy…” es una suerte de relanzamiento de un proyecto de Bigelow de 1995: el “National Institute for Discovery Science” (NIDS). El grupo reunió a agentes de inteligencia de la CIA, astronautas de la misión Apolo, parasicólogos, oficiales retirados del Ejército estadounidense -y al senador Harry Reid- para hablar de OVNIS y de la vida después de la muerte. Durante años, Reid se preocupó por mantener en secreto su pertenencia a este grupo pseudocientífico.
Varios integrantes del NIDS pasarían a trabajar, primero, a Bigelow Aerospace, luego, al programa secreto del Pentágono, y finalmente, a “To the Stars Academy…”. El artículo de Politico.com que expone todo esto repite en muchos de sus párrafos cómo los esfuerzos de estos grupos interconectados han tenido un gran éxito en “cambiar la mentalidad” con respecto al fenómeno OVNI, logrando una mayor apertura del gobierno, los medios y la academia.
¿Evidencias? De eso, nada. La idea es modificar la mentalidad, un objetivo (sobre todo en este caso) político y propagandístico.
Por cierto, no hay nada ni remotamente negativo en investigar el fenómeno OVNI. Lo negativo es que pasen los años, se propongan despilfarros cada vez mayores en materia de “seguridad” -muy convenientes para los contratistas privados del Pentágono-, pero, al mismo tiempo, jamás veamos una sola evidencia de vida extraterrestre. Lo negativo es la subordinación de todo esto a un oscuro y deshonesto aparato de “seguridad”.
Pelando la cebolla: Oumuamua, Avi Loeb y Talpiot
Del artículo de la BBC:
"Si (Oumuamua) forma parte de una colección de objetos, tiene que haber más que descubriremos en el futuro. Solo una fracción de los objetos interestelares serán restos tecnológicos de una civilización alienígena. Pero hemos de examinar cualquier cosa que entre el Sistema Solar desde el espacio interestelar para conocer la verdadera naturaleza de Oumuamua o de otros objetos misteriosos", dijo Avi Loeb.
“Examinarlo todo” en busca de alienígenas y sus naves significa destinar enormes cantidades de dinero y, desgraciadamente para los genuinamente interesados, esta empresa parece cada vez más difícil de desligar de las prioridades de la “seguridad nacional” estadounidense.
Pero, para sugerir que el cometa Oumuamua podría ser una sonda extraterrestre y artificial -una declaración alucinante-, hay que tener excelentes indicios. ¿Existen esos indicios?
El Dr. Stephen Curran, astrofísico de la Universidad de Wellington (Nueva Zelanda), piensa que no existen tales indicios y que Avi Loeb ha forzado el asunto, tomándose muchas molestias para desestimar cualquier teoría que no apunte a un origen extraterrestre del Oumuamua : “…pensé que era un absoluto sinsentido. No sé qué está pasando aquí… esto no es ciencia”.
Curran explica que, para hablar de una sonda artificial, Loeb se basa en la hipótesis de que el Oumuamua tendría por sistema de propulsión una “vela solar” y que, por lo tanto, tiene que ser artificial. Una vela solar usa la radiación emitida por las estrellas como “viento” para avanzar, pero incluso si el Oumuamua se propulsara de esa manera, dice Curran, eso no probaría que es artificial. “Las mariposas tiene alas, nosotros usamos alas en nuestros aviones, pero eso no quiere decir que las mariposas sean artificiales”, explica. Que una “vela solar” pueda ser construida, no quiere decir que toda “vela solar” sea necesariamente artificial.
Otros científicos (Jennifer Bergner, de la Universidad de California y Darryl Seligman, de la Universidad de Cornell), demostrarían luego que no había necesidad de explicaciones rebuscadas o de apelar a tecnología alienígena: todo lo respectivo al Oumuamua era relativamente comprensible con los conocimientos actuales en astrofísica.
Tanto su propulsión, que parecía variar conforme atravesaba el sistema solar, como la ausencia de una cola -como las que dejan los cometas al viajar por el espacio- fueron explicados por estos científicos como una consecuencia del tamaño del cometa, bastante menor al de la mayoría de cometas observados antes.
Pero, ¿por qué Avi Loeb podría estar interesado en promover la narrativa OVNI forzando esta teoría de un Oumuamua artificial? No lo sabemos, pero tenemos indicios que, a diferencia de los de Loeb, si parecen apuntar a algo real.
Loeb fue reclutado por el programa Talpiot, del Ejército israelí e íntimamente ligado a sus servicios secretos, cuando se encontraba estudiando en la Universidad de Tel-Aviv. Talpiot se encarga de reclutar a los mejores cerebros de Israel para poner sus talentos al servicio de su aparato militar y sus intereses. Mientras hacía trabajo científico para el ejército israelí, Loeb empezó a recibir financiamiento del U. S. Strategic Defense Initiative, también conocido coloquialmente como el programa “Star Wars”. En la década del 80, este proyecto intentó diseñar un sistema de misiles disparados desde el espacio y otras iniciativas parecidas, como rayos láser disparados desde satélites.
A través de su Proyecto Galileo, Loeb está viajando por el mundo en busca de restos de cometas que podría ser objetos extraterrestres artificiales. Cuenta con el apoyo de las FF. AA. estadounidenses:
“Loeb y su equipo acaban de traer el material a Harvard para su análisis. El Comando Espacial de EE. UU. confirmó con casi el 99.999% de certeza que este proviene de otro sistema solar. El gobierno le dio a Loeb un radio de 10 km. (con respecto) a donde podría haber aterrizado… Ahí es donde se detectó la bola de fuego, y el gobierno lo detecto desde el Departamento de Defensa”, explica un artículo de la cadena CBS.
Sobre la naturaleza presuntamente extraterrestre del asunto:
“El hecho es que (el “material”) fue hecho con componentes más duros que el hierro (contenido) en meteoritos y se mueve más rápido que el 95% de todas las estrellas vecinas al sol, sugiere que se podría tratar de una nave de otra civilización o un artefacto tecnológico”.
La comunidad científica no está de acuerdo con Loeb tampoco en esto.